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No puedo con la vida...

Tratado de mis buenas maneras

Hablar de uno mismo

Está mal que yo lo diga pero resulta extraordinariamente mortificante que una prometedora conversación se vaya al traste por la irrupción deliberada de la egolatría. Nuestra lección protocolaria de hoy versa sobre qué no debe hacer nunca un gran conversador.

En honor a la verdad, tengo amigos escandalosamente egocéntricos que son unos parlanchines de lo más entrentenido. Y quien me conozca sabe que ni tengo el verbo fácil ni la modestia se cuenta entre mis virtudes. No pretendo postular, por tanto, que los egomaníacos sean necesariamente un soberano pelmazo ni lo contrario.

Pero existe una clase especial de pedantuelo que me irrita. El que abruma a la concurrencia con una pormenorizada descripción de su propio carácter. Sirva como ejemplo:

-Y allí estábamos Pepita y yo una hora antes de la boda. La miré a los ojos y la dije: ¿Te das cuenta Pepita, de que es la última vez que te vas a pintar las uñas de soltera? Y nos echamos a llorar como dos tontas. Es que yo soy superemotiva.

Por el contrario, el buen conversador, cuando se enfrenta con su propia naturaleza, no puede describirse honestamente sin recurrir a la caricatura. Siempre sonrío cuando recuerdo estas palabras del genial arquitecto:

-Menudo plantón que me has dado. Menos mal que tengo un corazón de oro fino. No olvides mencionar este asunto en mi proceso de beatificación.

Holden Caulfield.

The chándal way of life

Porque no es sólo una prenda, es un estilo de vida. Ideal para recoger a los niños del colegio, ir al super, a misa, recibir a tus suegros, comprar los churros y el periódico y si te va el rap y otras manifestaciones de oligofrenia musical, te lo puedes poner incluso para salir de jarana.

Sed etiam, existe un uso no heterodoxo del atuendo llamado chándal. Esta revelación me la confío mi profesor de matemáticas de segundo de BUP, don Raimundo, hombre docto y polifacético, que en realidad era biólogo y de logaritmos sabía... lo justo. A lo que voy, el chándal se usa como prenda de abrigo en los momentos previos o inmediatamente posteriores a la realización de ejercicio físico intenso.

Con el chándal no se corre. Para recorrerse el parque entero bajo la atenta mirada de vecinos y viandantes uno se viste de corto, como si fuera otro El Guerrouj. ¿Alguien se imagina a un velocista corriendo con el chándal? ¡Qué escandalera de frus-frus en el pelotón perseguidor! No, el chándal se lo ponen cuando les van a dar las medallas.

Holden Caulfield

Si no has "tomao" Danao no has "desayunao".

Fomentar los vicios del lenguaje mediante su difusión repetida en los medios debería estar castigado con cárcel o multas de hasta dos pesetas. Pero añadir a tamaño despropósito el de endosarnos un batido de zumo con leche, bifidus, oligoelementos, "elquesabeinmunitas", isoflavonas y todo el sabor del mediterráneo toca la moral. Esta campaña es lo peor que me ha pasado desde que el perrito del "bugui-bugui" dejo de sacudir su piojosa cabeza. Cuando vi por primera vez este anuncio no pude dejar de llorar de rabia durante una hora y mi mujer (ese galápago con el que me han visto cogido de la mano por el Paseo de Gracia) devolvió el delicioso desayuno que le había preparado: un vaso de leche (sabor Leche), dos tostadas de manteca de cerdo desgrasada, un vaso de zumo directamente exprimido de la naranja sin grumos, un yogur griego suave con tropezones y una fruta ecológica, desarrollada con genes seleccionados y abonada con compost autogenerado. Yo creo que fue la sobredosis de incoherencia lo que la hizo vomitar pero ella lo achaca a esa lata de berberechos enriquecidos con estroncio que, por cierto, no encuentro en la despensa.

Holden Caulfield.

El móvil

Que el móvil suene en público es siempre de mala educación. La razón es que inevitablemente se incurre en uno de los siguientes supuestos:
1) Te interrumpe una conversación.
2) Te interrumpe una conversación interesante.
3) Te interrumpe una conversación interesante y te hace partícipe de otra que no te interesa en absoluto.
4) Te interrumpe (no necesariamente una conversación).
5) La sintonía está compuesta por siete variaciones del Ave María de Bisbal. El teléfono está en el fondo del bolso. El bolso está colgado en el perchero del despacho. Media oficina se vuelve loca durante tres interminables minutos. Cuando su legítima dueña baja de la parra y se hace con él, deja de sonar. Era su Flor, que quería encargarle a su pichurri unos slips del carrefur.

Penélope Glamour y Holden Caulfield.