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No puedo con la vida...

Monsters SA

A quien le preocupe de verdad llegar a fin de mes que monte una empresa. Que no tienes para la compra del super, da igual, en vez de sonrojarte al abrir tu monedero pídele a la cajera una factura con el IVA desglosado.

Y lo pasas por la empresa.

Todo. La vuelta al cole de los niños, la letra del coche, las medias del Vis y las horas de la chacha. Hasta el mismísimo Stephen King transfigurado en uno de sus bodrios puede estamparse en un recibo. Por pedir que no quede.

Claro que, como todo en esta vida, esta política de contabilidad creativa tiene un límite. Junto con los escándalos de Parmalat y Enron el mayor hito del I+D financiero lo alcanzó mi jefa el otro día. Entre la avalancha de facturas con la que me sepulta cada lunes y cada martes encontré el otro día un curioso especimen. Un recibo de 600 euros a favor de Kikí, su perro salchicha, en concepto de: "Impartición de curso de formación sobre Gestión Integral de la Calidad según ISO 9000". Y además con fecha de agosto, cuando la empresa está cerrada.

En casa de los señores, ver, oir y callar.

Holden Caulfield y Penélope Glamour.

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